Ella, valiente como la que más, no se conformó en seguir viviendo lo que aparentemente el destino le tenía asignado, se reveló en más de una ocasión, recibiendo duros golpes por ello, los cuales le dejaron señales, no visibles a los ojos humanos, pero si en su alma, que la hizo quebradiza en numerosos instantes, haciéndola vacilar en sus decisiones a tomar, estaba sola, muy sola y asustada por lo que sería de ella en el futuro.
Un buen día un par de músicos sin ataduras personales, decidieron unirse a ella, recorrer parte del reino mostrando sus buenas artes con los instrumentos, dando verdaderas muestras de su buen manejo, dando hermosos recitales, donde a bien les quisieran escuchar, por pueblos y aldeas, con poco más que a cambio de comida y alojamiento. El sonar de tan armoniosas melodías, junto a una voz que encandilaba al mas duro y hurón, encontraron buena acogida entre una gran parte de los súbditos del reino.
En compañía de estos dos músicos que la amaban en secreto, fueron cantando canciones de amor y desamor, sin mucho más que lo puesto, hacían que el sol resplandeciera aun más si cabe y la luna les iluminara la inspiración para seguir creando tan bellas melodías, a cual mas íntima y desgarradora.Los súbditos del reino, que tanto la habían ayudado y arropado en sus inicios, volvieron a dar la talla, como una mole se echaron al campo de batalla, a defender a su dama, a enaltecer su maltrecho nombre, así mismo del reino del Centro, salió en su defensa una hada, que aún a expensas de su vida, no vacilaría en ponerla a su servicio en lo que fuera menester. Surcó a lo largo y ancho del reino, en busca de ayuda, obteniendo favores imposibles de conseguir para otros, ¿como? solo ella lo sabe y unos pocos elegidos. Del reino de las Islas del Sur, otra hada actúa con sigilo, con su dulzura y total entrega, suaviza campos y montes, allana los más escarpados caminos, envuelve a la dama en suave algodones para que no le llegue ni el menor roce.
Del reino del Norte salió un paladín, joven y ferviente, que se puso a su servicio, ¿sus armas? argumentos irrebatibles, tiene el don de la palabra, dando muestras de una gran lealtad y devoción, dejando su vida en el intento si fuera necesario. Del reino del Este, un poeta e inventor en sus ratos libres, que controlando las artes visuales y escritas, sería un fiel aliado para los difíciles momentos que le tocaba vivir. Creó un artilugio del que por unas extrañas razones, como por arte de algún embrujo se podía ver a nuestra chiquita, además de oír su preciosa voz. Del reino del Sur, un inigualable espadachín, donde sus armas mas letales son sus palabras, por sus afiladas hojas han pasado un sin fin de hombres y mujeres, no dejando títere con cabeza, sin importarle su persona. Del reino de las Montañas Blancas del Norte, un hombre de las nieves, demostrando que su mayor fuerza no está en su cuerpo sino en su mente, destrozando a cualquiera que se atreviera a dañar a su dama, los elementos lo acompañan siempre, lobos y demás habitantes del reino animal están a su servicio para disuadir al más osado. Un grupo de valientes, venidos de todos los rincones del reino, están a su lado, en constante contacto para hacerle todo un poco mas sencillo y cómodo. Súbditos muy leales todos, que en muchas ocasiones arriesgaron su propia seguridad en favor de su dama.
El ogro está cada vez más amenazante, sus fauces son grandes y poderosas pero con todo ello, se podrá con él, no hay duda que el bien siempre prevalece.
Nuestra princesa, mas bella que nunca, aunque temerosa del mañana, vive el hoy con alegría, resaltando así su singular belleza.
Este cuento no tiene final, ya que este está aún por escribir en el devenir de los días, el mismo paso del tiempo se encargará de los capítulos restante, ya que estos se irán escribiendo solos, solo un trovador como el que suscribe u otro, los irá recogiendo para las generaciones futuras.
(KANET)
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